Resumen

Esta es una presentación en donde Martín Almada narra su experiencia política y académica que lo llevó a descubrir uno de los mayores pactos dictatoriales: la «Operación Cóndor». Se puede destacar su actividad como defensor de los derechos humanos y la educación popular en América Latina. Almada, originario de Paraguay, fue perseguido y encarcelado debido a sus actividades académicas y su abierta crítica a las dictaduras militares en la región. Después de ser exiliado a Francia, trabajó con la UNESCO y continuó su labor en defensa de las mayorías populares, especialmente en África. Su investigación en París lo llevó al descubrimiento de los archivos de la Operación Cóndor, un pacto entre dictaduras sudamericanas para perseguir y eliminar a opositores políticos sin importar fronteras. Este hallazgo fue crucial para exponer las atrocidades cometidas por estos regímenes y le valió el reconocimiento internacional, incluido el Premio Nobel Alternativo de la Paz. La presentación aborda la importancia del archivo del terror para entender el alcance de la represión en América Latina, comentando la participación de Almada en la lucha contra la impunidad y por la memoria histórica.

 


Abstract

This is a presentation where Martín Almada narrates his political and academic experience that led him to discover one of the greatest dictatorial pacts: "Operation Condor". His activity as a defender of human rights and popular education in Latin America can be highlighted. Almada, originally from Paraguay, was persecuted and imprisoned due to his academic activities and his outspoken criticism of military dictatorships in the region. After being exiled to France, he worked with UNESCO and continued his work in defense of the popular majorities, especially in Africa. His research in Paris led him to the discovery of the Operation Condor archives, a pact between South American dictatorships to pursue and eliminate political opponents regardless of borders. This finding was crucial in exposing the atrocities committed by these regimes and earned him international recognition, including the Alternative Nobel Peace Prize. The presentation addresses the importance of the terror archive in understanding the extent of repression in Latin America, commenting on Almada's participation in the fight against impunity and for historical memory.

 


Hasta siempre Martín [1]

[1]

Esta sección fue escrita por Jessica Visotsky, doctora en Historia posdoctorada en Ciencias Sociales y Humanas. Es cofundadora y directora de Revista nuestrAmérica.

Conocimos a Martin Almada en 2013, el día que daba esta conferencia que hoy se comparte, y que aceptó incluirla en el libro homenaje a los cuarenta años del «Programa de Educación de los Trabajadores» de la Unidad Popular (Chile).  Los diálogos mantenidos desde entonces, durante estos más de diez años, personalmente ese día y en correos electrónicos, luego, fueron ayudándonos a comprender la historia de nuestro continente, el carácter de las dictaduras latinoamericanas, la coordinación represiva, aquel descubrimiento marcado de un gran heroísmo que fue el mayor archivo con toneladas de documentos de la Operación Cóndor.  Hay algo que él insistía mucho y en lo que rondaron muchas de nuestras conversas: el rol de las universidades en esta coordinación, al punto de plantear la existencia de un Plan Cóndor Universitario. De este punto conversamos mucho y publicamos trabajos que nos acompañó y ayudó con sus miradas (2015).  

También, nuestros diálogos y conversaciones rondaron en la historia de la educación popular en nuestrAmérica. Él fue pedagogo freiriano junto a su compañera, y fue también abogado. Su mirada sobre la educación popular y el compromiso con las mayorías excluidas, con el aporte a la conformación de cooperativas y a iniciativas ambientales hace de él uno de los referentes de las luchas por los derechos humanos, pero desde la singular mirada de la educación popular y desde las realidades de los pueblos de nuestro continente. Esto lo señalamos en trabajos y lo conversamos también mucho con él, quien nos solicitara hace unos meses autorización —con una humildad digna de los seres más inmensos— para republicar un trabajo nuestro, ni más ni menos que en un libro que se encontraba compilando él; un trabajo en el que hablábamos del Martín Almada pedagogo y la corriente educación popular en Paraguay (2018). 

Se lo extrañará, se lo recordará, se lo tendrá presente como uno de los latinoamericanos que, con sencillez, con la sabiduría de los que dejan legados, huellas y que también tienen los diálogos necesarios con las nuevas generaciones; que marcan rumbos y horizontes.

¡Martin Almada y los miles de detenidos-desaparecidos latinoamericanos! ¡¡¡Presente, ahora y siempre!!! 

 


Preámbulo [2]

[2]

Esta es la introducción que realizó Fernando del Corro, el día 6 de mayo de 2013 en Buenos Aires, para presentar al conferencista principal que fue Martín Almada.

Martín García me ha invitado a hacer la presentación del amigo Martín Almada, un viejo militante de las causas populares en la Argentina, en su país Paraguay y en todas partes del mundo por las que ha pasado, porque a raíz de esas luchas es un hombre universal.

Estudió en la Argentina. Se recibió en la Universidad Nacional de La Plata titulándose como abogado en 1974. Luego, ya cómo maestro y abogado, y en especial, como un defensor acérrimo de la educación popular, fue perseguido y encarcelado a causa de sus escritos y producciones académicas, entre ellos, por su tesis doctoral en la cual no tuvo ningún miedo a referirse acerca de los atropellos que se estaban cometiendo. Fue preso y torturado, y finalmente fue expulsado del país y terminó siendo funcionario de la UNESCO en París. Bajo este rol, cuando viajaba por el mundo, y en ocasión que se encontraba en África, tuvo la buena idea de empezar a defender los intereses de africanos que estaban siendo maltratados que realmente vivían en condiciones muy precarias. Esta situación generó que fuera nuevamente expulsado de allí y que la UNESCO le dijera que «nunca más iba a representar a un país como UNESCO en ningún lado».

Pasado el tiempo, volvió a América Latina, se estableció en Paraguay y allí continuó con su investigación iniciada en Paris y que terminó con el hallazgo de los archivos de la llamada «Operación Cóndor», lo cual se dio con el apoyo de un juez penal. En estos archivos se da cuenta del acuerdo tranzado por todos los países de la región, por sus dictaduras militares, las cuales establecieron perseguir conjuntamente a todos sus adversarios sin importar fronteras, es decir a los paraguayos en Argentina, a los argentinos en Brasil, a los uruguayos en Perú, y así sucesivamente hasta el fin. Y él es quien logra llegar a estos archivos. Son miles de kilos de papel que encontraron, en donde se encuentra documentado gran parte del terrorismo de Estado que reinó en la región. Este hecho le valió para que le otorgaran en el parlamento sueco, en el 2002, el premio nobel alternativo de la paz. Luego de esto, siguió avanzando con sus luchas que hoy en día continúan, no solamente con el tema de los derechos humanos, sino que ha promovido un trabajo muy interesante junto con las comunidades aborígenes del Paraguay para la utilización de la energía solar.

Martín Almada hoy se encuentra en la Argentina presentando los veinte años del descubrimiento de esas importantes piezas documentales. Nosotros vamos a tener el honor de escuchar sus comentarios con motivo de cumplirse precisamente dos décadas del hallazgo de esos archivos, hay muchas cosas que ya se sabían, pero que no existían pruebas concretas para confirmarlo. Él las puso sobre la mesa y dijo: «estos son los papeles con los cuales los militares mandaron a matar gente de un lado y de otro, donde se secuestraba de un lado, y se mataba del otro», todo esto lo ha podido probar con su trabajo, así que yo lo invito a que él venga y no digo nada más, solo que me siento enormemente honrado de ser su amigo.

Quiero decir también, que quienes lo escucharon estos últimos días, dicen que usted tiene muy claro también como se está organizando el «plan Cóndor 2» y esa es una de las cosas que nos gustaría saber de primera mano.

 


La Operación Cóndor y la educación popular [3]

[3]

Esta es la conferencia presentada por Martín Almada.

Estoy en Buenos Aires gracias a la invitación de Bianca Casagrande, que está haciendo una película, un largometraje sobre la Operación Cóndor. Estoy en Buenos Aires, también, gracias a la invitación de Fernando del Corro, un prestigioso periodista y docente universitario, un personaje de vocación latinoamericana y le expreso mi agradecimiento a los dos. También, es un honor para mí estar en esta sala donde hay un banquete espiritual, me dijeron que se realiza todos los lunes, y hace mucho tiempo y eso difícil de encontrar en nuestros países donde hay comunión de ideales, diferencias, discrepancias, pero sobre todas las discrepancias, el sentido de la unidad latinoamericana. Es un honor estar aquí entre héroes, en esta sala de héroes y heroínas y mártires. Aquí, en esta sala, veo la formulación de una pregunta «¿Dónde está Oesterheld?». Yo le contesto a quién hizo la pregunta: «Preguntemos a la Operación Cóndor dónde está Oesterheld». Él fue víctima de la Operación Cóndor. Y qué fue la Operación Cóndor. Según Stella Calloni, fue un pacto criminal entre los gobiernos militares de la década del 70: Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay; después se sumaron más: Perú y Ecuador. Y quiénes fueron las víctimas de la Operación Cóndor: más de     100 000 víctimas de los seis países, 50 % fueron dirigentes sindicales, también hubo estudiantes, profesores, artistas, periodistas que hacían investigación, abogados, médicos, jueces, gobernadores, artistas, religiosos, religiosas, gente que estaba con la teología de la liberación, intelectuales, la clase pensante de América Latina se tronchó del 75 al 85.

El Cóndor tenía tres patas. Una pata en Washington, Henry Kissinger, quien le dio la orden a Pinochet. La segunda pata, para que limpiara al aparato del Estado, a la sociedad civil y a la sociedad política de comunistas. Y la tercera pata del Cóndor, es un aspecto casi desconocido y consistió en que el general Hugo Banzer tenía que limpiar a la iglesia católica por dentro, aniquilando a la teología de la liberación. Así sucedieron numerosos asesinatos en Bolivia y en toda América Latina, cumpliéndose la receta de Banzer. De esta forma, murieron religiosos, religiosas, sacerdotes, obispos en América Latina, esta es la operación Banzer.

EE. UU. crea el Cóndor. Después de la segunda guerra mundial, los EE. UU. aparecen como un país prepotente, triunfante, pero vino la guerra de Vietnam y ahí fue su derrota total. Y en ese momento había una efervescencia en América Latina porque EE. UU. descuidó su «patio trasero», convertido ahora en un volcán. Y ahí aparece Augusto Cesar Sandino en Nicaragua, Jacobo Arbens en Guatemala, Perón en la Argentina, Goulard en Brasil, Fidel, El Che en Cuba, Velazco Alvarado en Perú; también en Santo Domingo, Camaño Deño, Juan José Torres en Bolivia, Omar Torrijos en Panamá y Allende en Chile. Para crear la Operación Cóndor, como paso previo, los EE. UU. crea la Escuela de las Américas, la escuela de asesinos en el canal de Panamá, lugar donde se formaran más de 80 000 militares en técnicas de tortura y especialistas en golpes de Estado.

El Cóndor tenía dos velocidades. Cuando uno habla con los chilenos ellos dicen que sufrieron más en Chile que en Argentina; les contesto a los chilenos que no es así, que el Cóndor tenía simplemente dos velocidades: una lenta, 50 km/h para Brasil, Bolivia y Paraguay porque la izquierda estaba derrotada y otro Cóndor con otra velocidad de 120 km/h que era para Argentina, Chile y Uruguay. La misma política de exterminio, de sufrimiento terrible, de desapariciones en estos tres países para introducir el miedo como segunda piel para argentinos, uruguayos y chilenos. A través del «archivo del terror», descubierto en Paraguay, uno se da cuenta de esa diferencia: que existían esas dos velocidades.

Y volviendo a la Escuela de las Américas, el general Omar Torrijos de Panamá logró sacar del Canal de Panamá esa escuela de asesinos que actualmente funciona en el fuerte Benning, Estado de Georgia, Norte América. A este propósito, les quiero comentar una historia fuera de serie, se trata de un sacerdote llamado Roy Bourgeois de la orden Maryknoll, fundador del movimiento «The School Of The Americas Watch» (SOA) con una historia muy particular: él fue inicialmente capitán de la fuerza aérea naval de los EE. UU. en Vietnam; no sé lo que hizo allá o lo que le hicieron a él, pero volvió a su país y se internó en un convento de una congregación, Maryknoll. A esta gente la mandan a Bolivia para descansar y recuperarse, pero en ese momento en Bolivia había huelgas de mineros, y él se pliega al movimiento contestatario. Banzer lo toma y lo tortura. Interviene la orden católica Maryknoll, lo sacan y lo llevan otra vez a los EE. UU. Luego, él comienza a investigar quiénes lo torturaron y descubre que Monseñor Romero y otros sacerdotes y monjas fueron también víctimas de los militares formados en la Escuela en Panamá. Así comenzó la campaña por el cierre de la Escuela en Panamá, y ahora el cierre en el Estado de Georgia donde fue trasladado bajo otro nombre. Este sacerdote vino a Paraguay después del descubrimiento del archivo del terror en 1993, y comenzó a criticar, a condenar al gobierno guerrerista norteamericano —en ese momento a cargo de Bush hijo—. Y le dije «por favor modérese, estoy de acuerdo con usted, pero usted se va y yo me quedo acá solito en medio de estos perros rabiosos. La secuela de mi tortura hasta hoy es el miedo», le repetí. El tipo no me escuchaba, comenzaba de nuevo a «tirotear por doquier» haciendo declaraciones a la prensa contra la Escuela de Las Américas y su cierre inmediato. Realmente él tenía razón, porque allí se formaron toda esta banda de ladrones y asesinos que provocaron esa guerra sucia.

Para analizar la creación del Cóndor tenemos que ver la batalla ideológica. En esa época, antes de los 50, ya aparece un análisis: el marxismo de la versión latinoamericana con Carlos Mariátegui en Perú. Antes, aparece la reforma universitaria de Córdoba, la teología de la liberación con Iriarte, creo que se llama Gregorio. Paulo Freire con su educación liberadora, Ivan Illich lanza en Cuernavaca, México, un libro con el título «La escuela ha muerto, viva la educación». En Brasil, Darcy Ribeiro plantea la universidad nueva y denuncia el carácter discriminatorio de la educación universitaria. En África del Sur, surge un líder revolucionario antiapartheid, Esteve Biko, quién fue asesinado en 1977. Él denunciaba que el arma más poderosa en manos del opresor es la mente del oprimido: brillante, ¿verdad? Y eso hizo también parte del volcán de efervescencia de América Latina.

Quiero citar, además, a un gran educador latinoamericano, un gran educador argentino, que me parece un poco desconocido o invisibilizado en Argentina, pero conocido internacionalmente, y me refiero al doctor Gustavo Cirigliano. Él escribió «Universidad y Pueblo», y ese libro le costó el destierro. Estuvo en España, la UNESCO lo contrata como consultor y sus ideas progresistas se multiplicaron por el mundo. ¡Gracias a Cirigliano!

Estamos cumpliendo veinte años del descubrimiento del archivo del terror. Esto fue fruto de quince años de investigación. Efectivamente, fui nombrado consultor de UNESCO para América Latina con asiento en Paris. Cuando salí de la cárcel, me echaron del país y gracias al presidente de Panamá, General Omar Torrijos, me nombran consultor para América Latina. No podía realizar mi trabajo porque yo era persona non grata para estos países para esa época.  Entonces, mi jefe me manda al África e integré una misión del Banco Mundial. Fuimos a un país que se estaba liberando, independizando, con dos funcionarios del Banco Mundial, y ahí, en la reunión con el ministro de educación del primer período, el pedido fue crear una universidad en ese país, Guinea, año 1985. Sin darme cuenta asentí con el gesto, y los miro a mis amigos, compañeros de la misión y ellos con cara de perro. Uno de ellos fue una sacerdote belga, economista, con quién se podía conversar porque el otro me evitaba, entonces le pregunto:

—Ustedes traen mucha plata, ¿por qué no creamos una universidad?

—¡No! —me dice— La universidad es imposible porque la política del Banco Mundial prevista para África solamente contempla la «primarización» [dicho con énfasis].

—¿¡Cómo es eso!? 

—Solamente la escuela primaria. —me dice— No hay tiempo.

—¿¡Tiempo!? —le dije— Entonces, ustedes son unos criminales.

Bueno, y terminó mal la conversación privada. Regresamos a París y el Banco Mundial se quejó: «Jamás otra misión con Martín Almada». Fui declarado persona no grata por el Banco Mundial.

Entonces mi jefe me dice, «Bueno, usted se queda en París, usted no se mueve de acá». Y le digo «de acuerdo, me quedo en París». Y ahí tomé contacto con la prestigiosa ONG Francia/América Latina. Por ahí veo que está Neli, Nelida Turlione; fue mi compañera de exilio en París y asistíamos a los actos de solidaridad con la lucha del pueblo argentino, brasileño, chileno, paraguayo, etc. Así conocí a otro sacerdote católico jesuita, Charles Antoine, director de una revista latinoamericana que se llamaba DIAL —Difusión de Información sobre América Latina—. Él fue un gran estudioso de la Operación Cóndor, quien me mostró que el Cóndor tenía tres patas: Henry Kissinger, Augusto Pinochet y Hugo Banzer.

[4]

En la conferencia, Almada estaba señalando fotografías proyectadas en su presentación.

Durante casi quince años investigamos en Paris el Cóndor a través de la «Revista Policial del Paraguay» donde encontramos información, por ejemplo, dice: «Paraguay eje del equilibrio geopolítico del Cono Sur. Visita entrevista presidenciales: Banzer, Geissel, Pinochet». Y después encontramos en esta revista, las fotos de todos los asesinos del Cóndor, su nombre, sus apellidos, su ascenso, con fotografías. Aquí Stroessner con sus allegados, la foto, todos sus ascensos, se dan cuenta, ¿ven las fotos? ¿Se dan cuenta?[4] Aparece la foto, su currículum y nosotros los conocíamos a todos porque en Paraguay, a diferencia de aquí, la tortura fue a cara descubierta. Lo único que no sabíamos eran los nombres de ellos. Entonces, con este sacerdote vimos los ascensos de los represores y descubrimos que cuando dice «Departamento de Investigaciones» significaba «Cóndor».

Cae la dictadura de Paraguay, regreso a mi país el 3 de febrero del 89. En junio del 92 se cambia la constitución y aparece una figura jurídica que consagra el recurso de habeas data. ¿Saben lo que es habeas data? Es el derecho de pedir información sobre uno mismo. Me presento al juzgado penal y pido mis antecedentes, porque yo quería saber cómo había muerto mi esposa. A mí me dijeron que ella se había suicidado. Yo estaba seguro de que mi esposa no se iba a suicidar, porque ella era de temperamento de lucha, mucha firmeza y mucha convicción. En segundo lugar, quería saber por qué me torturaron militares argentinos, brasileños, uruguayos, chilenos y bolivianos. Lo lógico sería que me torturaran solo los represores paraguayos, la costumbre.

Quién comenzó el interrogatorio fue un coronel chileno, luego supe su nombre, Jorge Oteiza López; coronel de inteligencia de la fuerza aérea. Él quería saber mis vínculos con los subversivos chilenos, pues hice sociología de la educación en Chile, en la Universidad de Chile. Los conocía por el acento, el acento argentino es diferente al brasileño, al chileno, totalmente diferente. Todos estaban vestidos elegantemente y la mayoría de ellos tenían anteojos negros. El argentino que me interroga fue Héctor García Rey, jefe de policía de Córdoba. Él quería saber mis vínculos con los universitarios terroristas de la Universidad de La Plata. Como estudiante del doctorado, tenía que dar conferencias en otras universidades, fue así que me fui a Córdoba y en esa oportunidad la policía estaba grabando mi discurso. El jefe de policía de Córdoba pone el cassette grabado en la sala de interrogatorio y me hace escuchar. Me tuvieron treinta días en la sala de tormento. Finalmente, dijeron al ver mis antecedentes —sindicalista del magisterio, director de una escuela que se llama Juan Bautista Alberdi aplicando la metodología de Paulo Freire—, que yo era un «terrorista intelectual».

¿Ustedes saben quién fue Alberdi? Para los argentinos, Alberdi fue un gran jurisconsulto que escribió bases y puntos de partida de la Constitución argentina. Para nosotros, Alberdi es otra cosa, eso y mucho más. Él fue el que le dijo a Mitre «No al imperio británico, No a la guerra al Paraguay». Él defendió la causa paraguaya y le decía a Mitre «Cuidado, que esto más va a responder a los intereses brasileños y el imperio británico». Entonces lo queríamos mucho a Alberdi.

Ese hecho de ser director de la escuela Alberdi, me pone en vinculación con la embajada argentina. Mi esposa, Celestina, era también docente en el instituto Alberdi. Un día, un sacerdote, también jesuita, me obsequia fotocopia de un libro de Paulo Freire —Pedagogía del Oprimido—. Esa misma noche leí todo ese libro. Me entusiasmó su innovador contenido, le pasé a mi esposa, formamos un círculo de estudio y aplicamos la metodología de Freire. Un día me di cuenta de que en la libreta de calificación de un niño de siete años la maestra puso: «sobresaliente, sobresaliente, sobresaliente», y a lo último le pone: «conducta mala». Le pregunto a la maestra «¿Qué pasa con este niño?» Y me dice «Este chico es muy inteligente, pero muy inquieto. Me interrumpe, me pregunta, me acosa con las preguntas». «Ah ¿sí?» —le digo—, porque la técnica de Paulo Freire es jugar con la palabra, entonces, imitando a Paulo Freire le digo «Mire profesora, cuando mi hijo está en la cuna y no se mueve, llamo al médico; cuando el agua está quieta, el agua se pudre, ¿quiere decir que, a un niño inteligente, inquieto quiere volverlo quieto? ¿Le parece que es esa la función del maestro?» La maestra indignada, va y me denuncia a la policía política que yo estaba leyendo un libro diabólico. Bueno, ahí va a comenzar mi tragedia, con este libro “diabólico” de Paulo Freire.

[5]

Es una típica expresión usada con cercanía y afecto.

En esa época, estamos en el 60 – 70. En Paraguay no había televisión y veíamos nosotros matinée y aparece la película de Cantinflas «El Profe». ¿Ustedes vieron «El Profe» alguna vez?  Bueno, nos gustó mucho y le mandamos una carta a Cantinflas. Le agradecimos, lo felicitamos, y creamos una cooperativa de viviendas para los maestros y luchamos para mejorar los salarios de ellos, porque nuestro problema en Paraguay era que con el salario de maestro que teníamos podíamos vivir quince días y quince días hacíamos régimen, y así es que en Paraguay no había maestros gordos. Recurrimos a la embajada argentina, les dijimos «Mire embajador, queremos construir viviendas dignas a los maestros, y salarios dignos, pero no podemos porque no tenemos recursos y el salario es muy bajo». Entonces el embajador, para ayudarnos, nos envía a Leo Dan para hacer un festival. En aquel tiempo, en Paraguay, se permitía que hubiera [hasta] tres personas en la calle, si había cuatro, ya eran subversivos; y Leo Dan congregó más de dos mil personas, y para más, este «loco»[5] al día siguiente va a la cooperativa y elabora ladrillos con nosotros y eso la policía lo vio y Leo Dan me incinera con eso, ¡decían que Leo Dan era comunista! Bueno, después, la citada embajada argentina, envía a una chica muy bonita, de la que yo me enamoré también, María Elena o Elena, una chica que cantaba folklore argentino y que murió en un accidente; después  nos envía  a Eduardo Falú y nos canta también, y finalmente va Horacio Guarany —que nos incineró a todos—.

Recibimos la respuesta de Cantinflas, que él también va a venir a Paraguay a seguir el ejemplo de los artistas argentinos, que va a hacer un festival, nosotros contentos. La embajada de México en Asunción publica que Cantinflas vendría a Paraguay. Me hace llamar el ministro de Educación de Paraguay —yo convencido de que iba lograr por fin mi ansiada promoción, mi ascenso a inspector de escuela—. Me fui a una tienda, logré fiado una corbata y una camisa —a Stroessner y a los stronistas les gustaba que la gente tenga pelo corto y zapatos bien lustrados—, para hacer merito con el ministro me compré un zapato de charol. Voy llegando al ministerio con mis zapatos, mostrando de verdad que brillaba, mostraba, levantaba mis pies. A las siete de la mañana le digo «Buenos días, señor ministro» —no me contesta—, le paso la mano y no me pasa la mano. Me preguntó bien en serio con una voz prepotente «¿Cantinflas va a venir?», «¡Sí, ministro!» —le dije—. «¿Y qué es para usted Cantinflas?» —me preguntó—. Le respondo «Ministro, es nuestro ídolo». Ahí golpeó la mesa y me comunicó que por orden del excelentísimo presidente de la nación general del ejército Alfredo Stroessner, Cantinflas jamás pisará tierra paraguaya. Pregunté por qué, y me dice «Porque él es comunista, y usted está leyendo un libro diabólico de Paulo Freire, diabólico comunista. Hemos tenido mucha paciencia con usted. Limítese a cumplir con el programa oficial y usted no va a tener problema. Pero usted nos crea mucho problema con su Paulo Freire, esos argentinos comunistas, ese Leo Dan que viene y canta y hace ladrillos ¿qué es eso? ¡Retírese!» —me dijo—. Pensé, preocupado, en mis cuatro meses de sueldo empeñados y mis costosos zapatos de charol… Bueno, salí de ahí desmoralizado.

Luego me sentí acorralado por la policía política y fui a golpear las puertas de las embajadas solicitando una beca para salir urgentemente del país. La única embajada que me respondió favorablemente fue la embajada argentina. La idea era llevar a cabo mi doctorado en la Universidad de La Plata. Bueno, vengo a La Plata y estando en el pasillo del rectorado veo a un tipo que yo conocía de Paraguay, era el agregado militar de la república argentina en Paraguay, coronel Juan Carlos Moreno.  Le saludo «Buenos días mi coronel», me dice «ya no soy coronel, soy civil como usted. Usted se llamas Martín y yo me llamo Juan Carlos, y somos grandes amigos». «Sí, mi coronel» —le digo— «y ¿qué hace mi coronel usted acá», «Soy el secretario técnico del rector Guillermo Gallo» —rector de la Universidad de la Plata—. Treinta años después descubrimos que este coronel de inteligencia venía a preparar la lista de estudiantes y profesores que tenían que ser liquidados, entre ellos yo.

He visto cómo mataron a nuestro admirado profesor de sociología de la Educación, Guillermo Savloff; fue la Triple A, cuarenta y ocho balazos. Asesinan a profesores y estudiantes. Culmino mis estudios con éxito y regreso a Asunción (Paraguay).

El 26 de noviembre, a las 6 de la tarde, estando en la escuela —yo vivía en la escuela albergue con mi esposa—, llega la policía política, me toma, me secuestra, me llevan frente a un tribunal militar integrado por militares de Chile, Bolivia, Argentina, Uruguay y Paraguay, me interrogan durante treinta días; finalmente, tipifican mi delito como terrorista intelectual. Nunca entendí el significado de terrorista intelectual. Y de ahí me pasan a una oficina naciente, INTERPOL en Paraguay, ¿ustedes saben lo que es INTERPOL? Es la oficina de la policía internacional que se ocupa de delincuentes comunes. Estábamos ahí cuarenta y ocho prisioneros.

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Haciendo referencia al plan entre dictaduras.

Un día, un sábado, aparecen los torturadores jugando ping-pong y juegos de salón en INTERPOL. Nosotros los mirábamos, los reconocíamos, pero no sabíamos sus nombres. Después, un día cae preso un comisario de la policía política ¿por qué cayó preso? Porque su hijo también era estudiante de La Plata, carrera de ingeniería, e integró el centro de estudiantes, es decir «se volvió subversivo» y por no haber delatado a su hijo, lo toman y lo meten con nosotros, castigado. Los sábados me acercaba al comisario queriendo saber cómo murió mi esposa y por qué me torturan militares extranjeros en mi país, y me dijo «Estamos en las garras del Cóndor». Eso fue en mayo de 1975 y el Cóndor nació en noviembre - diciembre del 75. Luego, pregunto, «Comisario, ¿el cóndor, es ese bicho que vuela?», —me dice— «¡No, Pinochet y Contreras!».  Fue la primera vez en mi vida que escuché la palabra Cóndor[6].

Como yo era egresado de La Plata, especialista en Paulo Freire, educación popular, estaban con nosotros cuarenta y tres prisioneros, de los cuales veintitrés eran campesinos analfabetos y comencé a alfabetizar a mis compañeros de celda. La policía y el ejército me tenían bien controladito y llegaron a la conclusión que estaba adoctrinando a los campesinos en marxismo-leninismo. Me toman esposado, engrillado, me envían a un lugar muy terrible que se llama sepulcro de los vivos. Me tiran ahí en la celda, el comité central del partido comunista estaba ahí. Nunca fui comunista, nunca fui anticomunista. Yo era un maestro que quería mejorar la condición docente, mis reivindicaciones eran puramente económicas. En la celda contigua a la nuestra, estaba un argentino, nosotros estábamos mal, pero el argentino que estaba ahí estaba peor que nosotros. Le pregunto a mi compañero de celda que cuántos años hace que está —me dice— «cinco años, diez, quince ¿y vos?, veinte». Pucha, ¡dónde vine a caer! Y quién era el argentino que estaba en la celda contigua: ¡Amílcar Latino Santucho, abogado! ¡Ojo! no piensen viajar a Paraguay en diciembre, enero, febrero, un calor infernal ¿verdad? En nuestra celda hacían 40° - 50° todos los días, pero en la de Santucho era peor porque una pared de la celda de Santucho daba con la cocina de la tropa. Santucho tenía 50° y 60° y encima le ponían, alrededor de su asiento, cal viva para que no se moviera. Después, por mal comportamiento, me envían al campo de concentración Emboscada, a cuarenta y cinco kilómetros de Asunción. Ahí estuvimos cuatro cientos prisioneros: cien mujeres, veintidós criaturas; lo pasamos mal, no teníamos agua ni comida. Pasamos mucha hambre y sed. Entonces, hice una huelga de hambre de treinta días. El comité interiglesias y Amnistía Internacional promueven una campaña, presión internacional; así logre mi libertad. Me fui a Panamá y de Panamá a París, donde me nombran consultor para América Latina, después para África y a lo último, quedé varado en París.

En París, con el sacerdote ya nombrado, Charles Antoine, investigamos y encontramos tres posibles lugares donde estaría el «nido» del Cóndor, es decir, sus documentos secretos. El 22 de diciembre a las 11 de la mañana, encontramos tres toneladas de documentos. ¿Qué contienen estos documentos? ¿Qué encontramos? Por una parte, la historia de la represión en Paraguay del año 29 al 89: represión a los anarquistas, represión a los comunistas, a los socialistas, después a los subversivos, a nosotros. La otra parte es la conexión nazi —Menghele y compañía—, todos los nazis que llegaron al Paraguay con apoyo de Stroessner. Después, encontramos la Operación Cóndor, su acta de nacimiento. Nunca me sentí solo en la cárcel, pero el día donde yo sentí la mayor soledad de mi vida, fue ese día del descubrimiento. Tenía mucho miedo que viniera el ejército y la policía a recuperar sus documentos, mucho miedo. Bueno… ¿Ustedes, estarán cansados ya?

[7]

Está hablando con sentido del humor.

Ustedes me hacen sentir un maestro. Ahora me imagino que ustedes son mis alumnos, por eso, queridos alumnos, los voy a someter a un examen a todos. Silencio, estudiantes, por favor que habla el profesor[7]. Escuchen esto, quién puede haber dicho esto, alguien dijo así hace mucho tiempo: «Hay que destruir las organizaciones sociales, hay que destruir las corrientes de pensamiento progresistas, las quemas de los hombres sabios, la quema de sus libros, el destierro, la confiscación de sus bienes, hay que fabricar instrumentos de tortura especializada», ¿quién puede haber dicho esto? ¿Pinochet? ¿Banzer?

Esto lo dijo el papa Pablo III en 1542 con la inquisición romana. O sea, estamos buscando el origen de la palabra Cóndor. ¿Por qué Pinochet tomó el nombre de un animal sagrado para los países andinos, un animal sagrado? ¿Por qué no le puso el nombre de «gorila», por ejemplo? El origen de este sistema se impuso aquí. Aquí hubo un pre Cóndor que se impuso con la caída de Goulart, con los brasileños, que fue bilateral, el Cóndor multilateral en Chile y hoy el Cóndor sigue volando, pero en forma global.

[8]

Lo dice con énfasis y la gente se manifestó abucheando en contra del presidente mencionado.

El Cóndor sigue volando hoy. Encontramos un documento secreto del ejército paraguayo fechado el 10 de julio del 97, y dice así: «Coronel Francisco Ramón Ledesma Samudio, oficial de enlace del ejército paraguayo, al secretario ejecutivo la 22 conferencia de ejércitos de América, coronel Jaime del Castillo Báez, Quito (Ecuador). Señor secretario, tengo el honor de dirigirme a usted a los efectos de remitir la apreciación de la situación subversiva del primer semestre del año 97 solicitada por usted, con el fin de elaborar la apreciación combinada de la situación subversiva en el continente». En otros términos, le dice, señor secretario aquí le mando a usted la lista de los subversivos paraguayos para que usted elabore la lista de los subversivos de América Latina. Con este documento fuimos al juzgado penal y le pedimos al juez que venga el coronel a presentar las listas de los subversivos paraguayos. Yo que fui calificado como terrorista intelectual pensé que estaría otra vez en esa lista, tenía miedo. Y el juez lo convoca al coronel, y el coronel aparece con dos abogados militares. ¿Hay abogados aquí entre ustedes? Hay abogados. Normalmente en una audiencia nadie puede presentarse con armas. Y esos dos abogados militares con armas, exhibiendo, exhibiéndose. Como promoví la acción para que venga este coronel a declarar, me tocó el turno para hacer las preguntas pertinentes. Y dije, «señor juez, que hable el asesino», en vez de decir que hable el declarante. Se enojan, y piden que me echen de la audiencia. Pedí disculpas, disculpas. Y ahí empezó el coronel a temblar. Comenzó a contar cosas que nosotros no esperábamos. Nos dijo que ya se habían reunido en Bariloche (Argentina), en noviembre del 95 y que la bienvenida la dio ¡el presidente Menem![8] A mí no, a Menem ¡sí!  Entonces aparece Pinochet ahí y dirige a todos los militares de América Latina en estos términos «Cuidado, ojo con la democracia, porque detrás de la democracia están los comunistas». Pinochet, año 1995 en Bariloche.

Bueno, después seguimos los pasos del Cóndor y descubrimos que se reúnen en Quito (Ecuador) en un cuartel llamado La Salina. Después de Bariloche se reúnen en el año 1997 en Quito. Del 10 de julio del 97 es la carta. Y se reúnen en noviembre en Quito. Seguimos los pasos, no sabíamos dónde iba a ocurrir la próxima reunión y nos fuimos a la embajada de los EE. UU. a hablar con el director de derechos humanos, seguramente un agente de la CIA —¿verdad?— y le preguntamos si la embajada americana está al tanto de esta reunión de militares, y dice «No, nosotros estamos» —Bush era presidente—, dice el encargado «¡Nooooo, nosotros estamos con la democracia, estamos en contra de la acción militar!», como si ya se había superado el Cóndor. Negó todo absolutamente, hablamos de otras cosas, nos recibe en delegación, pero hablamos de otras cosas, y al final, al salir por la puerta, fui el último en despedirme, le dije despacito «Pero cuénteme bien, ¿dónde va a ser la reunión?», «va a ser en La Paz (Bolivia)» —me responde—.

¿Ustedes conocen a Pascual García? —un señor que tiene una imprenta acá—. Con él hicimos la carta, junto con el coronel Horacio Ballester y la presentamos a la embajada de Bolivia, pidiendo la presencia argentina - paraguaya como observadores internacionales en esa reunión. Banzer nos niega nuestro ingreso. Después supimos que se reunieron en el 2001 en Santiago de Chile y quién les dio la bienvenida fue —el entre comillas compañero socialista— Ricardo Lagos.

Señores, con estas pruebas, nosotros tenemos la certeza que todos ustedes están controlados como yo. Estamos todos controlados: ustedes por subversivos, y yo, también ¿verdad? Todos controlados, y nuestra responsabilidad es cortarle las alas al Cóndor.

¡Muchas Gracias!

 

¡100 000 compañeros latinoamericanos desaparecidos, presente!

¡100 000 compañeros latinoamericanos desaparecidos, presente!

¡100 000 compañeros latinoamericanos desaparecidos, presente!

¡¡¡Ahora y siempre!!!

 

 

 


Publicación original

https://www.redalyc.org/pdf/5519/551956256005.pdf