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Presentación al Dossier: “Migraciones africanas y afrodescendientes en nuestra América: Tránsitos, rutas y destinos”
Revista nuestrAmérica, vol. 9, núm. 17, e5715700, 2021
Ediciones nuestrAmérica desde Abajo

Dossier "Migraciones africanas y afrodescendientes en nuestra América: Tránsitos, rutas y destinos"

Esta obra podrá ser distribuida y utilizada libremente en medios físicos y/o digitales. La versión de distribución permitida es la publicada por Revista nuestrAmérica (post print). Color ROMEO azul. Su utilización para cualquier tipo de uso comercial quedaestrictamente prohibida. Licencia CC BY NC SA 4.0: Reconocimiento-No Comercial-Compartir igual-Internacional

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5715700

Introducción

Los artículos que integran el presente dossier invitan a reflexionar acerca del panorama de larga distancia y duración de los flujos de migraciones africanas y afrodescendientes[1] en la región. Basándonos en una perspectiva interdisciplinar en el estudio de las migraciones, en esta contribución buscamos determinar empíricamente la conexión de los contextos históricos y contemporáneos de las migraciones africanas y afrodescendientes, los contornos espaciales, las rutas de tránsito y destino, la reconstrucción de conexiones que atraviesan las divisiones político-territoriales, sean estas fronteras nacionales o demarcaciones internas. Al mismo tiempo, invitamos a indagar nuestras posibilidades de trazar conexiones referidas a la continuidad de la migración de africanos y pueblos afrodescendientes que van de un pasado de la colonia o la plantación a un presente de campos de refugio y desigualdades raciales. Lo anterior, sumado a aquellas trayectorias y testimonios de personas y comunidades afrodescendientes que hacen de la migración un proceso de movilidad en la construcción de identidades y territorialidades propias.

La migración africana hacia y por América Latina

En el campo de las ciencias sociales, diversos estudios vienen señalando la preocupación creciente de los Estados nacionales por el control de los flujos migratorios hacia y por América Latina, tanto en los momentos de cruce de fronteras como durante las rutas de tránsito y el asentamiento en destino. En este contexto, se han destacado las experiencias migratorias, éxodos y desplazamientos provenientes de México y Centroamérica que pretenden llegar a los Estados Unidos, abordadas desde la heterogeneidad de sus actores: pueblos indígenas, mujeres, jóvenes empobrecidos, trabajadores urbanos y rurales, como también las agencias colectivas que organizan los flujos migratorios: caravanas migrantes en donde quienes van construyen estrategias de movilidad y protección en colectivo (Castro y Agudo 2019). No obstante, en América Latina, los flujos migratorios cada vez son más diversos e incluyen la presencia de personas migrantes desde países caribeños, asiáticos y africanos (Winters y Reiffen 2019). La aceptación social a estos grupos es diversa y en algunos casos esta articulada ha vertientes que van desde las restricciones en los pasos fronterizos, manifestaciones de discursos racistas y ataques xenófobos contra ellos, hasta aquellas que asocian a los migrantes como una amenaza para la seguridad pública. Esta última vertiente incluye las limitaciones políticas para regular el tránsito y permanencia de los migrantes, lo que se traduce en una mayor dependencia de las redes transnacionales de tráfico de personas, muchas de ellas vinculadas con el crimen organizado.

Contextualizar las geografías de los movimientos migratorios que subrayan no solo la diversidad de los actores y estrategias de circulación y movilidad, sino también impulsan debates focalizados en los regímenes de control y gobernanza de las fronteras, y las subjetividades que visibilizan y/o desafían dichos regímenes, implica abrir la reflexión a las experiencias migratorias y conexiones transnacionales de la migración africana. Durante varias generaciones los académicos centraron su atención en las rutas de la migración forzada de africanos en tiempos del comercio trasatlántico de personas esclavizadas al continente americano y el debate se centró en los procesos de adaptabilidad y cambio cultural de estas poblaciones en los nuevos lugares a los que fueron llevados, y la profunda influencia que las prácticas culturales de raíces africanas han ejercido en la formación de la cultura nacional de las sociedades latinoamericanas (de la Fuente y Andrews 2018). Sin embargo, las migraciones africanas contemporáneas dan lugar a nuevas investigaciones y análisis basadas en los nuevos procesos de neocolonización, guerras civiles y cambio climático, entre otros factores que impulsan la migración de personas africanas a escala planetaria, especialmente hacia y por América Latina. Estos movimientos migratorios constituyen un campo de múltiples conflictos y tensiones, entre las subjetividades migrantes y las prácticas de legibilidad e ilegibilidad migratoria en las fronteras que intentan cruzar, sean en dirección a la obtención del refugio o bien por deportación.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM 2020), en las dos últimas décadas en América Latina no solo ha habido un aumento de la migración sino también un incremento en los flujos transcontinentales, principalmente de africanos. Existen importantes corredores migratorios dentro de África y desde este hacia otros continentes, en relación con América Latina, muchos de ellos se relacionan con la proximidad geográfica y con vínculos históricos como el tráfico de africanos esclavizados hacia el continente entre los siglos XVI y XIX, así como la utilización de países latinoamericanos como lugares de tránsito para re-emigrar hacia otros destinos, especialmente a Estados Unidos. Los corredores migratorios representan una acumulación de movimientos migratorios mixtos alimentados por múltiples impulsores, desde factores socioeconómicos hasta situaciones de conflicto, inestabilidad política y guerras civiles. Por ejemplo, en los países de África Occidental y Central, la violencia relacionada con las tensiones comunitarias y étnicas y la insurgencia del grupo Boko Haram, que comenzó en 2009 en el estado septentrional de Borno de Nigeria, han dado lugar a masivos desplazamientos transfronterizos y migraciones trasncontinentales de personas que buscan asilo político en Norte América. Al mismo tiempo, los conflictos armados en la República Democrática del Congo han tenido un efecto devastador en el país, que para el 2018 lo ubicó entre los 10 principales países de origen de refugiados del mundo (OIM 2020, 69).

En estos contextos, también se destaca la creciente inmigración desde Senegal, Nigeria, Ghana, Guinea Ecuatorial, y el Camerún, entre otros, que dada las fuertes medidas de securitización de las fronteras y políticas migratorias impulsadas por Estados Unidos y la Unión Europea, y su salida o cercanía al Atlántico, han configurado rutas para lo flujos migratorios transcontinental por vía marítima o aérea hacia Sudamérica, con Argentina, Brasil y Ecuador como destinos principales.

Estudiosos de las migraciones africanas en América del sur han mostrado las dinámicas de inserción de los migrantes en los contextos locales de Argentina y Brasil, motivados por prácticas laborales, muchas de ellas relacionadas a la venta ambulantes u otros trabajos comerciales (Wabgou 2011; Kleidermarcher 2013; Roman Jung 2019). Sin embargo, para muchos migrantes africanos los países en América del sur no es un viaje final, sino rutas de un viaje planificado hacia América del Norte (Winters y Reiffen 2019). En Ecuador y Colombia, la migración africana adopta un carácter transitorio, siendo mayormente utilizados como lugares de tránsito hacia América del Norte, Canadá u otros países centroamericanos como Costa Rica y México. La selva del Darién, en la zona fronteriza entre Colombia y Panamá, es la puerta de entrada de los migrantes africanos, asiáticos, cubanos y cada vez más de personas provenientes de Haití, hacia la región centroamericana. En esta ruta, los migrantes se movilizan en lanchas rápidas entre ríos y manglares y, otros, van caminando por la densidad de la selva hasta llegar a territorio panameño. El orden de movilidad es impuesto por grupos criminales dedicados al tráfico de personas, armas y drogas, que se traduce en inseguridad, violencia, abuso y en algunos casos la muerte para las personas migrantes.

Frecuentemente, las rutas de los países en tránsito se ven influidas por situaciones de violencias e inseguridad humana. De igual manera, los migrantes africanos son representados por los medios de comunicación de los lugares que intentan cruzar desde imaginarios racistas y textos que los describen como “sujetos de la raza negra”, “invasores” del territorio nacional, y sobre todo, ilegales; perpetuando el estereotipo racista que asocia a la negritud con la propensión al comportamiento criminal. En México, un país clave para la migración africana como lugar de tránsito, pero también de destino, enunciados, como “la ola de migrantes africanos en México” acaparan las portadas de los principales medios de comunicación, generando un efecto en la opinión pública relacionada con manifestaciones de discursos racistas y xenófobos contra ellos, y que asumen a los migrantes con amenazas sociales, económicas, culturales, con la delincuencia, ilegalidad, criminalidad, etc.; así a veces legitimando el uso de la violencia policial hacia las personas migrantes.

En las trayectorias de los migrantes, el cruce de fronteras, extensas caminatas por las selvas del Darién o travesías por el Atlántico y las representaciones racistas sobre ellos que perpetúan dinámicas de racialización y segregación, frecuentemente se complejizan al estar asociadas a experiencias de encierro en los centros de detención migratorios y vigilancia de los países que intentan cruzar. En México, miles de migrantes africanos permanecen detenidos en el Centro de detención de migrantes “Siglo XXI” en Tapachula, en espera de un permiso de libre tránsito para llegar a los Estados Unidos en un contexto de fuerte militarización de las fronteras y medidas restrictivas implementadas por el gobierno mexicano que, desde el 2019, niega la emisión de permisos para que las personas extranjeras puedan transitar libremente por el territorio nacional; esta medida es parte de un compromiso para reducir el flujo migratorio a cambio de que Estados Unidos no impusiese aranceles a las exportaciones mexicanas. La proliferación de sistemas de detención y la securitización de la inmigración, contribuyen a convertir a la migración africana en una amenaza externa para la comunidad, a la vez que los discursos sobre el fortalecimiento de los muros y las fronteras adquieren una extraordinaria relevancia para detener, encerrar o filtrar los flujos de personas migrantes.

Migraciones afrodescendientes

La conexión y geografías de las migraciones afrodescendientes en América Latina, con sus particularidades regionales, han sido abordadas en el ámbito académico a través del lente analítico de la movilidad, enmarcada principalmente por las dinámicas de poblamiento y prácticas de apropiación del espacio de los lugares en que habitan estas poblaciones. Estos movimientos, a partir de reivindicaciones «nacionales» y «étnico-raciales», conforman procesos culturales y territoriales propios desde los cuales confrontan la persistente desigualdad racial a lo largo del tiempo. En algunos países de la región, véase el caso de Colombia, Brasil y Honduras, dichos movimientos también han configurado una espacialidad de resistencias o movilización política para la reivindicación de derechos étnico-territoriales y la sanción de leyes específicas contra los problemas de discriminación y desigualdad (Oslender 2008; Escobar 2010).

Sin embargo, la itinerancia de los movimientos afrodescendientes constituye su propia forma de habitar el espacio y son constitutivos de las formas de ser y organizarse socialmente (véase el trabajo de Andrea Leiva). Al respecto, Odile Hoffmann (2007), aporta la categoría de “sistema de lugares” para referir a la movilidad afrodescendiente desde una variedad de espacios, prácticas y desafíos (individuales, familiares, sociales) en diferentes escalas espacio temporales vividas y producidas por los grupos sociales. En este sentido, las trayectorias de la movilidad afrodescendiente, permite preguntarnos sobre el nivel de articulación de la movilidad local con espacios transnacionales. ¿Cómo se producen? ¿Cómo se interceptan? ¿Qué dinámicas materiales y simbólicas se desarrollan ahí? Y, por otro lado, la fragmentación de estos lugares dentro de un espacio regional más amplio, principalmente si los trayectos de movilidad son resultantes de procesos de exclusión, empobrecimiento y despojos de tierras y territorios entre otros factores asociados a las desigualdades raciales.

En los últimos años, la migración afrodescendiente es motivada por conflictos territoriales relacionados con el despojo de tierras y territorios como consecuencia de la ejecución de políticas económicas extractivas capaces de transformar ambientes naturales en tierras y aguas muertas. Tal es el caso de la migración transnacional hacia México de comunidades garífunas residentes en la zona atlántica de Honduras que son obligadas a entregar tierras y territorios a empresa privadas para el desarrollo de proyectos turísticos, o los desplazamientos forzados internos en comunidades afrodescendientes de Colombia como consecuencia del conflicto armado y los conflictos relacionados a la disputa entre grupos criminales por el control de territorios estratégicos para el tráfico de drogas y economías ilegales.

Por su parte, la creciente migración haitiana, agobiados por la pobreza, corrupción e inestabilidad política en el país, hacen que muchos dejen la isla y se embarquen en un viaje hacia países de Suramérica y México en sus intentos por llegar a los Estados Unidos, en la mayoría de ellos, su única posibilidad es moverse a través de redes de tráfico de migrantes. En el Golfo de Urabá, Colombia, autoridades marítimas a diario reportan embarcaciones halladas en altamar con tripulantes provenientes mayoritariamente de Haití y África. De acuerdo con registros de entidades de derechos humanos, en los límites marítimos entre Colombia y Panamá han muerto centenares de migrantes haitianos (El Espectador 2021). Estas migraciones se desenvuelven en escenarios políticos de reformas de leyes migratorias que a partir de un uso político de la “raza” categorizan a los seres humanos en categorías de migrantes legales e “ilegales”, esta última es la que se busca erradicar por sus argumentos que presentan a ciertos sujetos como un riesgo para la estabilidad política y económica de los Estados (véase el trabajo de Jaqueline Bertoldo).

Como hemos visto hasta aquí, los diversos procesos y condiciones que impulsan los movimientos migratorios africanos y afrodescendientes coexisten en un contexto de inestabilidad política, desigualdades y la agudización de un capitalismo global por despojo que promueve la extracción de recursos naturales y cultivos industriales hacia áreas de costos bajos y regulaciones débiles; de ahí que los recursos naturales de buena parte de África y América Latina son más importantes que la gente que vive en esas tierras, motivando la migración, los campos de refugio y asilados, sitios del trabajo precarizado, o asentamientos urbanos en lugares de pobreza extrema. Importante es resaltar un elemento común en la experiencia migratoria africana y Afrodescendiente en la región: la interseccionalidad del color de piel, la raza y la migración en la configuración de “geografías racializadas” como lugares de opresión y violencia racial contra estas poblaciones que por sí mismos son elementos que obligan a revisar cómo se está dando este proceso en la región. De igual manera, los éxodos e historias en movilidad que concentran los “nodos” de la migración africana y afrodescendiente: pérdida del hogar, memoria y lucha diaria por dar un sentido al tiempo y la historia (véase el trabajo de Pedro Roa Ortega), pueden ser leídos como procesos de resistencia en la búsqueda de nuevas oportunidades y reconstrucción de un presente-futuro lejos del país de origen.

Introducción a los artículos

A parte de la introducción, siete artículos componen el presente dossier. Las etnografías, abordajes historiográficos y reflexiones críticas presentados en este número de Revista nuestrAmérica muestran los contextos históricos y contemporáneos de las migraciones africanas y afrodescendientes en América Latina, además de abrir nuevas preguntas y abordajes para futuras investigaciones que nos permitan repensar estos movimientos migratorios en procesos de larga duración. Cada artículo desarrolla su propio enfoque teórico y metodológico, y por lo tanto, puede ser leído por sí sólo.

En el primer artículo del dossier, Pedro Roa Ortega, reflexiona acerca de la movilidad transnacional como lucha de vida y búsqueda de protección internacional en Estados Unidos, de varones adultos originarios de Guinea-Conakry, Ghana, Brukina, Faso, Nigeria y Camerún. Basado en entrevistas etnográficas, que toma en cuenta los testimonios de seis migrantes africanos en la frontera norte de México, ilustra las estrategias de movilidad, costos y riesgos de los cruces clandestinos en la movilidad transnacional proveniente de África en Latinoamérica. Para el autor, las narraciones itinerantes de los migrantes africanos en Latinoamérica no son sólo reminiscencia viva del pasado colonialista; también explican rutas, medios estéticos, sensoriales y espacio-temporales del ser “de otro modo” en movilidad, procesos abiertos para la reconstrucción de un presente-futuro y que vinculan a las diásporas africanas, sus trayectorias y lugares cotidianos.

En el segundo artículo, María Camila Díaz Casas, también explora un proceso migratorio en la frontera entre México y Estados Unidos, centrado en la construcción histórica de la frontera y la participación de flujos migratorios multidimensionales, entre los que se cuenta la llegada de aproximadamente 4.000 esclavizados afroamericanos a México durante varias décadas del siglo XIX. La autora, aborda las representaciones construidas por estos hombres y mujeres afroamericanos que, en su rol de agentes históricos, asociaron a México con posibilidades de libertad y ascenso social y tomaron la decisión de cruzar hacia el sur en búsqueda de mejores condiciones de vida. Sin embargo, el texto discute como estas representaciones también demostraron la existencia de prejuicios raciales, exclusión, explotación y esclavización que sitúan la construcción de la frontera desde lugares porosos de movilidad social y esclavización.

En el siguiente artículo, Karine de Souza Silva, Miguel Borba de Sá, discuten las prácticas de racialización de los cuerpos negros agenciadas por las políticas de migración brasileña, desde fines del siglo XX hasta los días actuales. Los autores, proponente la inclusión de la “raza” como categoría analítica indispensable para el estudio de las migraciones en Brasil, principalmente porque opera como un criterio de jerarquización en diversas normas jurídicas en materia de migración, nacionalidad y ciudadanía. En el artículo, se examina como el “Haitianismo” dejó un legado que sirvió de sustrato para las legislaciones explícitamente racializadas sobre inmigración y perfil demográfico que, sumado a otros factores de subordinación como género, sexualidades e idioma, potencializan las condiciones de opresión contra ciertos grupos.

La interseccionalidad entre nacionalidad y raza también es abordar en el cuarto capítulo, por Jaqueline Bertoldo, desde un análisis que interroga por su influencia en el tratamiento político-legal actual de los inmigrantes en Brasil, resaltando las especificidades de los nuevos flujos migratorios y representativos de la alteridad no occidental. La autora, discute como Brasil ha llegado a ser considerado un destino favorable entre la población de algunos países, atrayendo a muchos inmigrantes de países africanos, especialmente senegaleses y ghaneses, generalmente en busca de oportunidades laborales, entre otros. En Brasil, es posible ver tratamientos migratorios completamente diferentes según quién sea el inmigrante y de dónde venga. La inmigración del Norte Global, a pesar de ser bastante representativa en términos numéricos, ni siquiera es un tema de discusión en el espacio público, en la política o en los medios de comunicación; sin embargo, la presencia de migrantes negros, pobres y racializados ha generado controversias sobre la conveniencia de estos flujos, el control y regulación de la inmigración y cuestiones sobre delincuencia y seguridad pública.

Explorando la interseccionalidad entre género, raza, clase y país de origen, en el quinto capítulo Yafza Reyes Muñoz, Karla Gambetta Tessini, Vania Reyes Muñoz, Práxedes Muñoz Sánchez, abordan la maternidad transnacional de mujeres inmigrantes negras, particularmente haitianas en Chile y se preguntan de qué manera los prejuicios, estereotipos y categorías valóricas que tienen los/as profesionales sanitarios sobre las prácticas de crianza, apego y cuidado de mujeres afrodescendientes haitianas afectan en la atención de ellas en los servicios de salud. El artículo busca aportar al debate sobre la necesidad de incorporar la interseccionalidad como clave en la atención entregada a mujeres afrodescendientes, en centros de salud públicos del país.

Vinculando la migración con la movilidad y la creación de lugares propios, en el sexto artículo, Andrea Leiva Espitia, se enfoca en el análisis de tipos de movilidad de la población del Islote, una isla que tiene condiciones excepcionales de antigüedad en el Caribe colombiano: en una hectárea conviven aproximadamente 600 personas. Las movilidades son agrupadas en dos tipos como “el arranchamiento”, “El viaje” y el “vacile”, explorando cómo esta población está construida en un proceso de itinerancia que constituye formas propias de habitar lo que ellos conciben como su espacio y su territorio.

Finalmente, para completar nuestro dossier, en una versión exploratorio Trudy Mercadal, reflexiona sobre los flujos de migración provenientes del África subsahariana que cruzan América Latina en su camino a Estados Unidos. El artículo refiere a las relaciones migratorios entre Estados Unidos y algunos gobiernos latinoamericanos y su impacto en la detención de migrantes africanos y vulneración de sus derechos humanos.

Notas

Referencias 2021. “Haití el otro drama migratorio”. El Espectado, 5 de enero, sección Mundo, Más países. https://www.elespectador.com/mundo/mas-paises/haiti-el-otro-drama-migratorio-article/

Castro Neira, Yerko y Alejandro Agudo Sánchez. 2019. “Introducción: Caravanas, migrantes y desplazados: experiencias y debates en torno a las formas contemporáneas de movilidad humana”. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana XIV, n.o 27: 1-7.

Escobar, Arturo. 2010. Territorios de diferencia Lugar, movimientos, vida, redes. Popayán: Envión.

Fuente, Alejandro de la y George Reid Andrews. 2018. “Los estudios Afrolatinoaemericanos, un nuevo campo”. En Estudios afrolatinoamericanos: una introducción. Buenos Aires: CLACSO.

Hoffmann, Odile. 2007. Comunidades negras en el Pacífico colombiano. Ecuador: Ediciones Abya-Yala.

Jung, Philipp Roman. 2019. “Desenvolvimiento de procesos migratórios do Senegal para o Brasil e suas alterações”. En Imigração senegalesa: múltiplas dimensões, vol. II, editado por João Carlos Tedesco. Porto Alegre: est Ediçoes.

Kleidermacher, Giselle. 2013. “Entre cofradías y venta ambulante: una caracterización de la inmigración senegalesa en Buenos Aires”. Cuadernos de antropología social, n.o 38: 109-30.

Organización Internacional para las Migraciones. 2020. «Informe sobre las migraciones en el mundo 2020». https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2020_es.pdf

Oslender, Urlich. 2008. Comunidades negras y espacio en el Pacifico colombiano. Hacia un giro geográfico en el estudio de los movimientos sociales. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia ICANH.

Wabgou, Maguemati. 2011. Migraciones africanas en América del Sur: los casos de Argentina y Brasil. Bogotá: Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia.

Winters, Nanneke y Franziska Reiffen. 2019. “Haciendo-lugar vía huellas y apegos: personas migrantes africanas y sus experiencias de movilidad, inmovilidad e inserción local en América Latina”. REMHU 27, n.o 56: 5-8.

[1] El termino afrodescendientes será utilizado para referir a aquellas personas y poblaciones de origen africano que vive en las Américas y en todas zonas de la diáspora africana por consecuencia de la esclavitud. Importar tabla

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