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México tierra de libertad. Migraciones de esclavizados Afroamericanos a territorio mexicano en el siglo XIX
Terra da liberdade no México. Migrações de afro-americanos escravizados para o território mexicano no século XIX
Mexico land of freedom. Migrations of enslaved African Americans to Mexican territory in the 19th century
Revista nuestrAmérica, vol. 9, núm. 17, e5646786, 2021
Ediciones nuestrAmérica desde Abajo

Dossier "Migraciones africanas y afrodescendientes en nuestra América: Tránsitos, rutas y destinos"

Esta obra podrá ser distribuida y utilizada libremente en medios físicos y/o digitales. La versión de distribución permitida es la publicada por Revista nuestrAmérica (post print). Color ROMEO azul. Su utilización para cualquier tipo de uso comercial quedaestrictamente prohibida. Licencia CC BY NC SA 4.0: Reconocimiento-No Comercial-Compartir igual-Internacional

Recepción: 10 Diciembre 2020

Aprobación: 28 Abril 2021

Publicación: 11 Julio 2021

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.5646786

Resumen: El interés académico por los procesos migratorios en la frontera entre México y Estados Unidos tradicionalmente se ha centrado en la llegada de sujetos de diversas procedencias al norte del río Bravo/Grande, desde el vecino del sur. No obstante, la construcción histórica de esta frontera involucró diversos actores y procesos que constituyeron flujos migratorios multidimensionales, entre los que se cuenta la llegada de aproximadamente 4.000 esclavizados afroamericanos a México durante varias décadas del siglo XIX. En este sentido, en el presente artículo se abordarán las representaciones construidas por estos hombres y mujeres afroamericanos que, en su rol de agentes históricos, asociaron a México con posibilidades de libertad y ascenso social y tomaron la decisión de cruzar hacia el sur a pesar de las dificultades que esto implicaba.

Palabras clave: migraciones, esclavitud, afroamericanos, México, Estados Unidos.

Resumo: O interesse acadêmico nos processos migratórios na fronteira entre o México e os Estados Unidos tradicionalmente se concentra na chegada de sujeitos de várias fontes ao norte do Rio Grande / Bravo, a partir do vizinho do sul. No entanto, a construção histórica dessa fronteira envolveu vários atores e processos que constituíram fluxos migratórios multidimensionais, incluindo a chegada de aproximadamente 4.000 escravos afro-americanos ao México durante várias décadas do século XIX. Nesse sentido, este artigo abordará as representações que esses homens e mulheres afro-americanos construíram na fronteira que, em seu papel de agentes históricos, associaram o México a possibilidades de liberdade e avanço social e tomaram a decisão de atravessar para o sul apesar das dificuldades envolvidas.

Palavras-chave: migrações, escravidão, afro-americanos, México, Estados Unidos.

Abstract: Academic interest in migratory processes on the Mexico-United States border has traditionally focused on the arrival of diverse subjects to the north of the Rio Grande / Bravo from the southern neighbor. However, the historical building of this border involved different social actors and processes that constituted multidimensional migratory flows. Among others, approximately 4,000 enslaved African Americans left United States in their way to Mexico during 19th century. This paper will analyze the representations that these African-American men and women built about the border. In their role as historical agents, they associated Mexico with possibilities of freedom and social mobility and, as a result, they crossed to the south despite the difficulties it implied.

Keywords: Migrations, Slavery, African Americans, Mexico, USA.

Introducción

Históricamente, la frontera entre México y Estados Unidos ha sido escenario de diversos procesos de violencia, despojo, migración y construcción de los estados nacionales modernos. Desde las primeras décadas del siglo XIX, en el sur estadounidense se estaba desarrollando una economía algodonera esclavista que forzó a millones de personas a trabajar en la producción de esta materia prima (Torget 2015). Mientras tanto, en México se difundían retóricas de libertad e igualdad en medio de crisis económicas y enfrentamientos entre los proyectos políticos de las élites nacionales y extranjeras. Entre otras razones, estas condiciones distintas motivaron aproximadamente a 4.000 afroamericanos a cruzar la frontera y a establecerse en México buscando mejores condiciones de vida entre 1821 y 1865 (Díaz Casas 2018b).

La migración hacia México no fue un hecho aislado de carácter individual o grupal, por el contrario, estuvo ligada a fenómenos más amplios como la construcción de representaciones por parte de diversos actores acerca de la frontera, las guerras civiles internas e internacionales, la construcción de México y Estados Unidos como Estados naciones modernos, la producción algodonera en el siglo XIX, el auge y decadencia de la producción económica con mano de obra esclavizada, los procesos de abolición de la esclavitud y las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Los fenómenos migratorios actuales reiteran la importancia de analizar, comprender y explicar la complejidad histórica de la frontera entre ambos países; también de emprender esta labor no sólo a partir de la mirada de los Estados, de las instituciones, de los tratados internacionales, sino desde la perspectiva de los sujetos, de sus experiencias y sus vivencias. En consecuencia, en el presente artículo se analizan las representaciones que hombres y mujeres afroamericanos construyeron sobre México como un país que les ofrecía posibilidades de libertad y movilidad social y que motivaron a muchos de ellos a cruzar la frontera.

Aunque en otros espacios he trabajado sobre las dimensiones políticas, sociales, económicas, diplomáticas de este proceso de fugas y migraciones hacia México entre 1821 y 1865 (Díaz Casas 2018a; Díaz Casas 2018b), en este artículo me interesa aproximarme a los hombres y mujeres afroamericanos en su calidad de agentes históricos. Cuestionando las narrativas que excluyen la importancia de estos actores en los procesos de construcción de las fronteras y en el desarrollo de prácticas y representaciones sobre la migración, a lo largo de este texto propongo que los afroamericanos del sur estadounidense fueron sujetos activos del pasado, a pesar de las condiciones de esclavización, subordinación y explotación que muchos de ellos vivían. Desde ese lugar pensaron, imaginaron y representaron a México como una tierra de libertad.

En el año 1937, Felix Haywood, un hombre que había sido esclavizado en una plantación de algodón en Texas en la segunda mitad del siglo XIX, declaraba en una entrevista sobre sus vivencias en la esclavitud que en México se podía obtener la libertad sin importar el color de piel. Además afirmaba que “cientos de esclavos huyeron hacia México y les fue bien. Supimos de ellos y de que se hicieron mexicanos. Criaban a sus hijos para que hablaran solo mexicano” (WPA Federal Writers´ Project 1941,132, vol.II).

Así mismo, desde 1910, el abogado Robert S. Abbott, hijo de antiguos esclavizados, publicó varios editoriales en su periódico The Chicago Defender, relacionados con el testimonio de Felix Haywood. Títulos como “Mexico Offers Negroes of United States Great Opportunities: No Race Prejudice”, “Mexico Gives Land to American Negroes” y “Color Line Mexico; Race Made Welcome”, hicieron parte de sus publicaciones, que continuaron en este sentido hasta la década de 1940.

Estos dos hombres tenían dos bagajes muy distintos. El primero había trabajado como esclavo en plantaciones de algodón de Texas y después había desarrollado varios oficios en el campo, hasta que se trasladó a San Antonio en el ocaso de su vida. El segundo había nacido en Georgia, hijo de padres que alcanzaron su libertad con la enmienda constitucional número 13 de 1865. En su juventud se formó como abogado en una institución de educación segregada en Virginia. A diferencia de Haywood, Abbott era hijo de la primera generación que nació en libertad, era un hombre urbano, con educación, que tenía oficio de abogado. Lo único que estos dos hombres tenían en común era un pasado ligado a la esclavitud y su color de piel. Igualmente, compartían el imaginario de México como un país en donde no existían los prejuicios raciales y se podía migrar en busca de una vida mejor.

La legislación mexicana de principios del siglo XX y las concepciones científicas sobre la diferencia racial, junto con algunos sucesos en la frontera entre Estados Unidos y el noroccidente de México en la década de 1920, contrastarían con los imaginarios que compartían Abbott y Haywood. En 1910, al mismo tiempo que Abbott publicaba los primeros números de su periódico, el historiador mexicano Alberto María Carreño explicaba, como ponente en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la existencia de un “peligro negro” que amenazaba a la población indígena nacional y que podría traer a México la guerra racial que existía en el sur de Estados Unidos (Carreño 1910).

Una década después varios “American colored man/woman”, como ellos mismos se identificaban en documentos oficiales, realizaron trámites para ingresar a México como turistas, trabajadores y comerciantes, en algunas ocasiones obteniendo respuestas negativas. Para 1924 ya existía una circular que restringía la migración de los “individuos de raza negra”, seguida de deportaciones y circulares que negaban a México la entrada de “individuos de color”. Para 1930 existía una ley que prohibía la inmigración de la “raza negra” junto con la de sirios, libaneses, palestinos, entre otros. Paralelamente al desarrollo de esta legislación, músicos organizados de Mexicali solicitaban que se negaran permisos a “elementos de la raza de color” por quitarle empleos a los mexicanos; agentes inspectores migratorios se quejaban de la contratación de afroamericanos en los negocios de estadounidenses blancos en la frontera y otros ciudadanos denunciaban ante el departamento de migraciones la “inmoral” presencia de extranjeros “de color” en el país (Saade 2009, 273-320).

Si a principios del siglo XX la migración de personas afrodescendientes a México estaba caracterizada por la aparición de una legislación restrictiva y por los reclamos de ciertos ciudadanos motivados por la llegada al país de población de “raza negra” ¿por qué Haywood, Abbott y muchos otros hombres y mujeres negros o afrodescendientes compartían ese imaginario particular sobre México? Para responder esta pregunta es necesario recurrir al pasado y explorar una historia de larga duración, en la que el territorio mexicano sirvió como refugio para que miles de personas esclavizadas en el sur de Estados Unidos alcanzaran libertad y mejores condiciones de vida.

Desde finales del siglo XVII territorios españoles en Norteamérica servían como refugio para las personas esclavizadas de las colonias británicas. Algunos de los hombres y mujeres que huían de sus lugares de residencia se establecieron en el territorio de la Florida Española, obteniendo protección de sus autoridades. Para el siglo XVIII las guerras entre las coronas europeas profundizarían esta tradición de asilo, ya que la monarquía española utilizó la protección y liberación de los esclavos fugitivos de los dominios de sus enemigos, como arma de guerra. En el siglo XIX la venta de Louisiana a Estados Unidos, la colonización de tierras para el cultivo del algodón en la zona del Golfo de México y el auge algodonero en el mercado internacional, seguían aún motivando a los esclavos a llegar a territorio novohispano y después mexicano (Vázquez 2010; Torget, 2015).

Hacia 1821 la necesidad de poblar, controlar y proteger la frontera noreste de México propició el establecimiento de la colonia de Stephen Austin y de otros empresarios estadounidenses que obtuvieron concesiones de tierras del gobierno mexicano, así se conformarían territorios esclavistas en la provincia de Tejas. De todas maneras, en el oriente de la provincia, mayoritariamente poblada por tejanos (habitantes de origen español o mexicano) y no por colonos angloamericanos, ocasionalmente ocurrían fugas, convirtiendo al occidente de Tejas en lugar de refugio. Paralelamente, en otras partes del Imperio y luego la república mexicana, se destacaban los intentos de diversas autoridades por abolir la esclavitud (Torget 2015).

Los enfrentamientos entre la alianza de tejanos y angloamericanos y los legisladores y autoridades de Ciudad de México y de la legislatura estatal de Coahuila-Tejas por la abolición de la esclavitud serían ampliamente difundidos por la prensa estadounidense, de ahí que, por diversas vías, tanto esclavistas como esclavizados asociaron con mayor claridad a México y al cruce de la frontera con el acceso a la libertad (Lundy 1847; Barker 1924; 1928; Kelley 2004; Torget 2015). Esta asociación se profundizaría con la guerra de independencia de Texas en 1836, con la anexión y con la expansión y consolidación de la esclavitud en Texas y en el sur de Estados Unidos, motivando a miles de esclavos sureños a fugarse a México. Incluso durante la Guerra Civil estadounidense entre 1860 y 1865, las fuentes reportaron fugas desde el norte, hacia el sur (Schwartz 1975 y Kelley 2004).

Adicionalmente, las primeras décadas del siglo XIX los políticos del centro de México construyeron una retórica nacionalista que se podría leer desde el concepto de “mitos de armonía racial” planteado por Marixa Lasso en el caso colombiano (Lasso 2013). Así, se puede observar el desarrollo de un vínculo discursivo entre nación, identidad nacional e igualdad con el cual se intentó difuminar las diferencias y tensiones sociales existentes, acompañado de algunas medidas legislativas en el mismo sentido, que promovieron una idea de igualdad y armonía entre los ciudadanos a pesar de que la esclavitud continuara siendo legal hasta 1829 y luego hasta 1837 (Díaz Casas 2015; Díaz Casas 2018a; Díaz Casas 2018b).

El periodo entre 1821 y 1865 la frontera entre México y Estados Unidos sufrió grandes transformaciones. Las fugas de las personas esclavizadas a territorio mexicano no transcurrieron aisladas a dichas transformaciones, por el contrario, las personas afrodescendientes del sur estadounidense, en condiciones de libres o esclavizados, interpretaron los conflictos políticos entre los distintos actores y naciones y actuaron de acuerdo a sus intereses. A partir de sus diversas interpretaciones construyeron representaciones que dotaron a la frontera con significados que la asociaban con la libertad y al cruce fronterizo con la posibilidad de alcanzar mejores condiciones de vida.

México tierra de “libertad”

México ha sido considerado por el esclavo texano como El Dorado para la acumulación, su utopía por los derechos políticos y su paraíso de felicidad/ Mexico has long been regarded by the Texan slave as his El Dorado for accumulation, his Utopia for political rights, and his Paradise for happiness.

(The Northern Standard, 25 de diciembre de 1852).

La reciente independencia de México había generado las condiciones para el desarrollo de una retórica ligada a la igualdad política, que se expresó en la legislación sobre la ciudadanía y la esclavitud de la primera mitad del siglo XIX. La falta de control de los territorios del norte de la Nueva España, que habían pasado a formar parte de la nación mexicana, y la amenaza de las poblaciones indígenas y del vecino del norte, propiciaron la colonización de Tejas con personas angloamericanas. Sobre la década de 1830 estos colonos extendieron a México el auge de la producción algodonera y convirtieron a la provincia de Tejas en un territorio esclavista.

Estos contextos disímiles generaron diferencias entre algunos políticos mexicanos abolicionistas y los colonos angloamericanos aliados con destacados personajes tejanos. Los primeros, en el Congreso General o en la legislatura estatal de Coahuila-Tejas, presentaron diversas propuestas para abolir la esclavitud, sin embargo, éstas continuamente eran alteradas para preservar la esclavitud en Tejas, como consecuencia de las coordinadas acciones de cabildeo político de los segundos (Torget 2015; Díaz Casas 2018b).

Dichas diferencias fueron cubiertas por la prensa estadounidense que continuamente publicaba, a partir de noticias o editoriales, a veces falsas o exageradas, la posición abolicionista de los políticos mexicanos. La difusión de esta prensa, sumada a las cartas y notas que circulaban entre los viajeros, los colonos potenciales y los colonos establecidos que escribían a sus familias en Estados Unidos, contribuyeron a la creación de un imaginario sobre México como un país antiesclavista.

A pesar de que los esclavizados no pudieran leer la prensa, o leer o escribir cartas, dada la situación de analfabetismo y marginalidad a la que estaban sometidos en las plantaciones, éstos reinterpretaron las noticias que escuchaban sobre México y la libertad de los esclavos y construyeron un imaginario particular sobre el espacio allende la frontera. En consecuencia, motivados por estos imaginarios, arriesgaron sus vidas y las de sus familias para cruzar hacia territorio mexicano y así buscar libertad y mejores condiciones de vida.

La aproximación a las voces del pasado de las personas de origen africano, libres y esclavizadas, presenta diversas limitaciones metodológicas. Las fuentes históricas, en general, no están producidas por este tipo de sujetos, y las pocas excepciones se encuentran mediadas por las relaciones de poder inherentes a las sociedades en las que fueron elaboradas. Intentar rastrear las percepciones sobre la frontera, México y la libertad por parte de los afrodescendientes del sur de Estados Unidos es una tarea compleja, no obstante, existen varias fuentes que nos permiten observar cómo en la vida cotidiana de las plantaciones circulaba un imaginario sobre México como un país que ofrecía libertad y mejores condiciones de vida. Esta asociación de México con la libertad y las posibilidades de ascenso social, que serían imposibles de alcanzar en Estados Unidos, estuvo condicionada por las acciones políticas de México frente a la abolición de la esclavitud, que eran interpretadas a su manera por parte de los afrodescendientes libres y esclavizados del norte del río Bravo/Grande.

Entre las diversas fuentes que nos permiten aproximarnos a las representaciones que los afroamericanos realizaron sobre México encontramos el testimonio del oficial mexicano Manuel Mier y Terán en 1828 quien explicaba que los esclavizados percibían las intenciones favorables de las leyes mexicanas en relación con su “trágico estado” y se estaban poniendo inquietos por liberarse, mientras que sus amos pensaban que podrían someterlos si hacían más fuerte la opresión. En respuesta, los amos actuaban con crueldad frente a cualquier muestra de turbación ya que les extraían los dientes, los atacaban con perros hasta que los destrozaran y el más indulgente azotaba a sus esclavos hasta que quedaran desollados (Mier y Terán 2000, 101 citada en Díaz Casas 2018a).

Así mismo, existen las entrevistas realizadas a antiguos esclavizados entre 1936 y 1938 por la estatal Work Projects Administration, también llamada Work Progress Administration (WPA en adelante). La WPA fue creada en el marco del New Deal, con el fin de realizar obras públicas y actividades culturales empleando a los desempleados que había dejado la Gran Depresión. Entre varios de sus proyectos, puso en marcha el Federal Writers´ Project, después denominado como Writers´ Program, que tenía como propósito investigar sobre los recuerdos de los antiguos esclavos al respecto de sus experiencias bajo la esclavitud (WPA Federal Writers´ Project, Administrative files, 1941: VII-VIII).

Algunas narrativas recogidas por la WPA como la de Felix Haywood, citada en líneas anteriores, son indicios para comprender cómo los hombres y mujeres afroamericanos en los espacios cotidianos de las plantaciones de Texas los esclavizados imaginaban a México como un lugar donde ellos y sus hijos podían vivir mejor. Igualmente permiten observar cómo las representaciones sobre México y la frontera que surgieron y circularon en el siglo XIX, quedaron perpetuados en los recuerdos de quienes habían sobrevivido a la esclavitud y fueron entrevistados en el siglo XX. Estos testimonios nos muestran que, en un contexto de esclavitud, opresión y racismo, México se convertía en una promesa de alcanzar una vida diferente (Díaz Casas 2018a; Díaz Casas 2018b).

Durante el periodo colonial, especialmente durante el siglo XVIII, la corona española ofreció refugio en sus territorios a los esclavos fugitivos que vivieran bajo los dominios de otras monarquías, como estrategia para debilitar a los imperios enemigos, en el contexto de las guerras europeas. De esta manera, Florida española y los territorios caribeños, refugiaron a personas esclavizadas que huyeron de territorios ingleses y estadounidenses (Gaceta de México 1790, 100). Por esta razón, el imaginario sobre las posibilidades de alcanzar la libertad en el norte de la Nueva España, motivó a cientos de esclavos a fugarse y establecerse allí, en ocasiones contando con la protección de las autoridades españolas.

De acuerdo a lo anterior, es posible observar que los imaginarios sobre el territorio de la provincia de Tejas como un lugar donde se podía alcanzar la libertad, se originaron en el periodo colonial con base en las políticas de refugio de esclavos de las autoridades españolas. Después de la independencia, México heredó el territorio del norte de la Nueva España, y consigo, este imaginario sobre las posibilidades de libertad que allí se podían encontrar.

Por ejemplo, el 24 de abril de 1820 los esclavos Juan Pedro, Martín, Ricardo Moran y Tivi fueron conducidos a de San Antonio a Monterrey, después de entregarse a tropas españolas que se encontraban reprimiendo la expedición de Long y los asentamientos ilegales de estadounidenses en Nacogdoches. Al recibirlos en Monterrey, Francisco Bruno Barrera, comandante político interino de la provincia de Nuevo León, ordenó que los esclavos interrogados para conocer la causa de su fuga. Como no sabían hablar español, hubo un intérprete que tradujo del inglés la indagatoria a los hombres y a la mujer esclavizados.

El primer interrogado, Juan Pedro originario de Carolina del Sur, declaró en su interrogatorio que se había escapado porque su amo Simeón Mares, nativo de Louisiana, “lo trataba más mal de lo corriente y se escapó con el objeto de solicitar la protección en los dominios de España y conseguir su libertad”. El siguiente interrogado fue Martín, también de Carolina del Sur; en el interrogatorio declaró que “recibiendo de su amo muy mal trato se fugó y pasó la línea en solicitud del amparo en los dominios de España. También se tomó declaración a Ricardo Moran quien dijo ser natural del estado de Quintok (¿Kentucky?); se presentó a las tropas españolas en Nacogdoches como Martín y afirmó haber cruzado el río Sabina “con el objeto de su libertad entendiendo que pasando la línea quedaría libre”; afirmó que su amo no lo trataba mal, pero que también se fugó por “el deseo que tenía de su libertad”. Finalmente habló Tivi, originaria de Carolina del Norte, narró también que se entregó a las tropas españolas de Nacogdoches presumiendo que los españoles la tratarían mejor (Sumaria formada 1820, 1-5).

Conseguir la libertad, obtener la protección de los dominios de España, solicitar amparo en dichos dominios, ser libre al pasar la línea, tener deseos de libertad y presumir mejor trato por parte de los españoles, fueron los argumentos de los esclavos que se entregaron a las tropas españolas en Nacogdoches. Por consiguiente, las declaraciones de Juan Pedro, Martín, Ricardo y Tivi son indicios que permiten inferir que los esclavos residentes en Louisiana compartían un imaginario sobre el territorio de Tejas español como un lugar donde podrían tener la libertad y ser mejor tratados. Así mismo, este caso permite apreciar que la relación entre la frontera y la libertad existía desde antes de la creación de México como nación independiente, aunque dicha relación se profundizará no solo con los cambios territoriales, sino con los acontecimientos políticos y económicos del periodo nacional.

Estas percepciones locales y cotidianas, estuvieron tejidas con las Slave Narratives, biografías escritas por personas que habían experimentado la esclavización, que por diversas circunstancias habían alcanzado su libertad y movilidad social. Debido a que sabían leer y escribir, pudieron plasmar sus ideas en textos que circularon ampliamente en el siglo XIX en Estados Unidos. Tal fue el caso de Solomon Northrup y su texto Twelve Years a Slave, recientemente recreado en una película ganadora del Oscar. La biografía de Northrup apareció en 1853, años después de la publicación de otros libros que denunciaban la crueldad de la esclavización como la biografía de Frederick Douglas y Uncle´s Tom Cabin de Harriet Beecher. Estas publicaciones han sido definidas bajo la categoría de literatura abolicionista, ya que circulaban ampliamente entre las sociedades abolicionistas, sus publicaciones eran pagadas por las mismas en ocasiones y eran útiles para generar desprecio y rechazo a la esclavitud en la opinión pública.

Específicamente, la obra de Northrup narra su experiencia mientras fue esclavizado en dos plantaciones en Louisiana durante 12 años, tras ser secuestrado por medio de engaños por dos traficantes. El relato de Northrup no se desarrolló en Texas, no obstante, narra un evento relacionado con México, que nos permite observar cómo la percepción sobre la conexión entre el cruce fronterizo hacia el sur y la libertad, también fueron resaltados en estos textos, que fueron leídos por miles de personas en el siglo XIX. Philip S. Foner, quien redacta la introducción de 1970 del texto de Northrup, afirmaba que solo un año después de haber sido publicada, la obra de Northrup vendió 25,000 copias, y por ello en 1854 se realizó una segunda edición, que es la reimpresa en la edición consultada de 1970 (Northrup 1970, 5).

Solomon Northrup, vecino de un pequeño pueblo del Estado de Nueva York, nunca vivió como esclavo ya que recibió la libertad del amo de su padre siendo muy pequeño. Residía con su familia y trabajaba como violinista, por lo tanto, estamos hablando de una persona de origen africano que por residir en un territorio tan distante a las plantaciones del Sur, tenía un estilo de vida muy distinto a cualquier libre de los lugares donde aún estaba permitida la esclavitud. Después de un viaje de su esposa e hijos, Northrup aceptó una oferta de trabajo muy bien remunerada, no obstante, era un engaño para venderlo como esclavizado a varios intermediarios en 1841, hasta que llegó a un destino final en una plantación en Louisiana. Más tarde, los enfrentamientos entre Northrup y el capataz estallaron, por ello, fue vendido a otra plantación donde su nuevo amo Edwin Epps cultivaba algodón. Allí estuvo esclavizado hasta 1853, cuando pudo enviar una carta a su familia que, en respuesta, realizó un procedimiento legal para tenerlo de vuelta en el norte, tras de 12 años de haber sido esclavizado.

Después de 9 años de vivir bajo el yugo de la esclavitud, y de 7 de estar en la plantación de Epps, Northrup explicaba que pensaba en fugarse todos los días, por ello, planeaba varias estrategias que luego desechaba debido a todos los factores que jugaban en contra de quien intentara escaparse. Explicaba la dificultad de las fugas aludiendo que todos los hombres blancos iban tras la persecución del fugitivo, los patrulleros lo asechaban, los sabuesos estaban listos para seguir su rastro y la geografía dificultaba aún más el paso. Frente a este escenario, Northrup afirmaba que esperaba a ser enviado nuevamente a la zona de los pantanos para poder fugarse, aunque debía pensar cómo evitar la persecución de los perros de Epps, que estaban entrenados con fiereza. Tal como narraban algunos entrevistados por WPA en Texas, la zona de los pantanos estaba llena de fugitivos que allí se refugiaban hasta que pasaban hambre o se enfermaran y debían volver a la plantación, donde eran castigados con crueldad (Northrup 1970, 167).

Producto del miedo, Northrup nunca intentó escapar, sin embargo, narró las fugas de varios de sus compañeros de plantación (Northrup 1970, 168). Al respecto, ofreció un testimonio que habla sobre México y la percepción que los esclavizados del Sur poseían sobre la libertad y la frontera. De este modo, describió la rebelión planeada por Lew Cheney en Bayou Boeuf, Louisiana, que terminó trágicamente. Northrup afirmaba que en un principio pensó que era un asunto de prensa, sin embargo, reconoció que gran parte de las noticias que tuvo al respecto fue en el contacto con quienes vivieron de cerca los hechos, lo que nos permite inferir que se refiere a sus compañeros de plantación, que era con quienes tenía contacto a diario; incluso, afirma que era un asunto comentado con interés en toda cabaña de esclavos de la zona y que seguramente este relato iba a pasar como una tradición de generación en generación.

Lew Cheney, a quien describe como astuto, más inteligente que la mayoría de los de su raza, inescrupuloso y lleno de traición, empezó a planear la organización de un grupo de esclavizados para huir a México y combatir a quienes se les pusieran en el camino. Así, Cheney aprovechaba las noches para ir a varias plantaciones “predicando una cruzada a México” y creando furor entre los esclavizados. De este modo, logró convocar a varias personas que robaron mulas, almacenaron maíz y tocino y condujeron las provisiones al bosque; al momento de iniciar la operación, su escondite fue descubierto y Cheney, para suavizar el castigo, decidió sacrificar a sus compañeros, decir a los esclavistas quiénes estaban en el pantano escondidos y mentir, explicando que el propósito de éstos era matar a todas las personas blancas de la zona. Empezaron a circular los rumores, generando un clima de terror, en consecuencia, los fugitivos fueron perseguidos, derrotados y ahorcados públicamente, junto con otros inocentes considerados sospechosos (Northrup 1970, 171-2).

El episodio de Cheney nos permite observar cómo para los esclavizados de Bayou Boeuf, México era un destino para obtener la libertad, a pesar de los peligros que significaban huir hasta allá. Así no se haya alcanzado el propósito inicial, este intento de fuga es otro indicio acerca del imaginario existente entre los esclavizados del sur de Estados Unidos sobre México como un lugar donde podían cambiar su condición de esclavizados; además muestra como este imaginario, lejos de quedarse en el plano de las ideas, fue materializada en diversas ocasiones.

Adicionalmente, en el texto de Northrup, existe otro fragmento que nos permite aproximarnos a los imaginarios de los esclavizados del sur. El autor explica que durante la guerra entre Estados Unidos y México (Mexican-American War), las noticias de la victoria estadounidense eran recibidas en la casa grande con regocijo, sin embargo, en las cabañas de los esclavos solo producían tristeza y decepción. Afirma que en su opinión, la de alguien que conocía de cerca la situación, varios esclavos de Bayou Boeuf saludarían con gusto a un ejército invasor (Northrup 1970, 172-3).

Lo expresado por Northrup muestra cómo los esclavizados interpretaban los sucesos políticos del momento, a pesar de su analfabetismo y de la situación de subalternidad a la que eran sometidos por los esclavistas. Las noticias que se recibían en las casas de los propietarios eran escuchadas y replicadas por varios esclavos de la plantación, que creaban una red de información. La divulgación de noticias por estas redes de información fueron las que permitieron a Northrup enterarse de la historia de Lew Cheney, ya que él mismo expresa que era un tema comentado en todas las cabinas de esclavos y que seguramente, por medio de tradición oral, pasaría de generación en generación.

Quizás estas mismas redes fueron las que motivaron a que en su narración de Mier y Terán explicara que había inquietud de los esclavizados de acuerdo a los pronunciamientos de libertad en algunas de las leyes mexicanas. Recordemos que para el periodo en el que el inspector mexicano visita Tejas, los periódicos cubrían los debates de la legislatura de Coahuila-Tejas al respecto de la abolición de la esclavitud, e incluso habían llegado a afirmar que la rebelión de Fredonia era un intento de esclavistas por defender la esclavitud de las políticas del gobierno mexicano. Si bien los esclavizados que eran explotados en las plantaciones no leían estos periódicos, sí podían escuchar los comentarios sobre las noticias y las preocupaciones que generaban en los potenciales colonos de Tejas por la posible liberación de sus esclavos.

Como se puede observar en cartas enviadas a Stephen Austin por parte de estadounidenses interesados en ir a Tejas, las noticias sobre la supuesta abolición de la esclavitud sancionada por el gobierno mexicano circulaban y eran comentadas por hombres y mujeres, no sólo en círculos familiares, sino en espacios públicos más amplios; compartir estas preocupaciones sembraba entre muchos esclavistas la duda de migrar. El caso de Tuscumbia County ilustra claramente cómo las noticias sobre Tejas eran discutidas ampliamente; en esta población la mayoría de los esclavistas se alarmaban por las posibilidades de perder a sus esclavos en Tejas por las leyes mexicanas, uno de ellos escribió a Austin solicitando información al respecto. Después de que se declarara la excepción a Tejas de la ley de abolición de la esclavitud del 15 de septiembre de 1829, el mismo Austin escribía a su cuñado James Perry que había podido establecer a varias familias de Tuscumbia en su colonia (Barker 1924; 1928). Ya que estas noticias se discutían colectivamente, es muy probable que hombres y mujeres esclavizadas las escucharan, las difundieran y se reinterpretaran en su circulación.

En la entrevista realizada por WPA a Felix Haywood, él afirmaba que eran los abolicionistas quienes les decían que debían migrar al norte, pero ellos en respuesta reían y respondían que con ir a México adquirirían la libertad. Desde 1830 las sociedades abolicionistas de estados del norte empezaron a consolidarse; con la articulación de varios antiguos esclavos como Harriet Tubman, líderes religiosos y ciudadanos se constituyó el ferrocarril subterráneo “underground railroad”, que ayudaría a huir a miles de esclavos del sur, hacia Canadá o a estados del norte donde podían alcanzar la libertad. La presencia de estos abolicionistas motivando a los esclavos de plantaciones de Texas como Felix Haywood a huir, y las pruebas de su éxito en el ferrocarril subterráneo, son indicios que también muestran la existencia de estas redes de comunicación que ayudaban a los esclavizados, y a los negros o afrodescendientes libres, a difundir noticias e ideas, o incluso a planear fugas.

A partir de 1837 empiezan a existir denuncias sobre la presencia de abolicionistas en Texas y el aumento de su influencia en los esclavos. El periódico The Texas and Telegraph Register publicó un artículo en ese mismo año en el que se puede observar que los abolicionistas difundían un discurso sobre México como un país para adquirir la libertad. Después de afirmar el incremento de emisarios de las sociedades abolicionistas del norte en Texas, el texto invitaba a los lectores a comparar la esclavitud de los africanos y sus descendientes en Texas, con la de la mitad de la población mexicana que vivía en estas condiciones, de acuerdo a varios viajeros (enero 3 de 1837, 3).

Dos años después, en el condado Harrisburg, se presentaba al presidente del jurado un comunicado en el que se manifestaba el peligro que podrían representar los “negros libres que vivían ilegalmente” en un territorio vecino a dicho condado. El texto describía a estos hombres como vagos, adictos al juego, tendenciosos al cometer crímenes y ser mal ejemplo para los esclavizados. No obstante, el punto que más preocupaba a los habitantes de Harrisburg County, era que algunos de ellos estaban en contacto con abolicionistas del norte; incluso se decía que se cruzaban cartas y eran emisarios de los norteños (The Texas and Telegraph Register, junio 5 de 1839, 1). Si bien es muy probable que se exageraran los vínculos ente abolicionistas y “negros libres”, a partir de estos años las denuncias sobre la presencia de los primeros en Texas y el testimonio de Haywood, permiten observar que las redes descritas anteriormente operaban en la zona.

El conocimiento e interpretación de las situaciones políticas de los hombres y mujeres esclavizados en el sur de Estados Unidos, explica cómo concibieron a México y al cruce fronterizo como un espacio de libertad, armonía racial y movilidad social. De acuerdo a lo anterior, me adhiero a la posición de Sean Kelley quien afirmó que los esclavizados proyectaron una definición de la frontera que no solo respondía a los cambios de la misma, sino que estaba relacionada con la propia interpretación de las comunidades (Kelley 2004, 709). Las narrativas de los esclavizados aquí citadas, prueban que efectivamente ellos mismos dotaron a la frontera de un significado muy particular, más allá del movimiento de las líneas fronterizas y de las delimitaciones territoriales.

Algunos de los africanos y sus descendientes libres, que habían residido en el sur de Estados Unidos, también compartieron estos imaginarios sobre la relación entre México y las posibilidades de libertad y mejores condiciones de vida. Tal era el caso de Nicolas Drouet o Dronette, “un mulato oscuro” de Nueva Orleans al que el abolicionista cuáquero (quaker) Bejamin Lundy entrevistó durante su viaje al norte de México en 1834. Aunque no existe mucha información al respecto, Drouet o Dronette, residente en Matamoros, era oficial del ejército mexicano y había recibido una concesión de tierra de parte del gobierno mexicano para colonizar con colonos “negros” de Louisiana (Lundy 1847, 113).

Aparentemente Drouet era un caso de éxito de un hombre “mulato” que al cruzar la frontera había obtenido logros imposibles de alcanzar en Nueva Orleans. No hay información en la obra de Lundy sobre las condiciones de llegada de Drouet al país, ni tampoco si era libre o esclavo antes de llegar a México, sin embargo, en el periódico el Águila Mexicana del 11 de octubre de 1826, apareció un artículo de su autoría que nos permite inferir algunos indicios.

A pesar de su extensión, creo pertinente copiar el texto entero. Escribía Drouet:

¡Oh mejicanos! Yo os saludo respetuosamente porque lo merecéis, y todo el universo debería seguir para siempre vuestros principios de libertad. ¡Oh Orleans! ¡Oh patria mía! Lugar en donde la tiranía tiene un asilo para algunos, y se complace en ello. Y vosotros hermanos míos africanos ¿cuándo dejaréis de padecer bajo el yugo terrible de los lusianeses, vuestros amigos en la infancia y vuestros verdugos en la vejez? Y tú república de Norte-América que te jactas de haber sacado la esencia de las leyes de todas las naciones del mundo; ven acá a sacar la verdadera libertad de los mejicanos, que miran con horror la esclavitud que tú miras con placer. Yo bien creo que tú y todas las naciones de Europa nos consideran como gente que ha salido de la nada, pero la ignorancia no es un defecto. Los mejicanos al sacudir su yugo, han sacudido también el de los débiles africanos. Ya se pasaron 50 años y los pobres africanos viven siempre con la esperanza de obtener aquella libertad, tantas veces prometida por haber combatido por ella con todo valor. Sin duda tú has olvidado aquellas palabras del inmortal Washington, Death or Liberty, ¡Muerte o Libertad! Entonces habéis violado nuestra constitución y ¿os estimáis tan sabios?

¡Oh mejicanos! Vosotros sois la única nación que quiere ser libre sin tener esclavos. ¡que entereza de alma! Que grandeza de humanidad, que lección ejemplar; cuando se verá un americano del Norte, pintar la suerte horrible de la esclavitud como nos la ha pintado el militar, verdadero amigo de la humanidad, ¡qué digo yo! El verdadero republicano.

¡Oh vosotras naciones sordas a la voz de la verdad! Seréis siempre menos sensibles que los mejicanos. Ellos os dan lecciones y ejemplares. ¡Ah 16 de septiembre, tu memoria me quedará impresa en la mente, y abandono para siempre a la América del Norte! Nicolas Droet (Águila mexicana octubre 11 de 1826, 3).

Aparentemente Nicolas Drouet era un hombre educado, que sabía leer y escribir; por lo tanto, quizás podemos pensar que no había sido esclavo, sino que era parte de la población libre urbana de Nueva Orleans que Ira Berlin (1998) advertía que aumentaba, mientras se incrementaba paralelamente el número de esclavos en los campos. Así mismo, pareciera que Drouet escuchó o vio la ceremonia de liberación de esclavos del 15 y 16 de septiembre de 1826 ya que afirmó que esa fecha estaba impresa en su mente. Probablemente a partir de eso tomó la decisión de abandonar “para siempre a la América del Norte”. El escrito de Drouet ilustra claramente los “mitos de la armonía” racial sobre la sociedad mexicana y los compara con Estados Unidos y Nueva Orleans particularmente. Así, vincula la independencia con la libertad y la igualdad en México, exaltando que esta nación rechazaba la esclavitud y había sacudido el yugo de los africanos, mientras que Estados Unidos traicionaba la libertad prometida en las guerras de independencia y traicionaba la constitución. Como en muchos de los casos que hemos citado, estos imaginarios no se quedaron en el plano de las ideas, por el contrario, Drouet se trasladó a Matamoros, donde residía en la década del 30 cuando llega Lundy a entrevistarlo; probablemente, por su vinculación como oficial del ejército y quizás empresario de colonización, éste fue un ejemplo de éxito en cuanto a la movilidad social para los descendientes de africanos que ofrecía México.

Conclusiones

Los procesos migratorios no pueden ser comprendidos y estudiados únicamente desde sus características e implicaciones políticas y económicas, también deben ser vistos a partir de las representaciones y prácticas construidas por los sujetos migrantes, que en gran medida condicionan las formas estructurales de la migración. Por esa razón, el caso de los afroamericanos que migraron hacia México en el siglo XIX es pertinente para explicar cómo las dinámicas migratorias se transforman a lo largo de la historia (en este caso del norte hacia el sur) y cómo los sujetos migrantes cruzan fronteras motivados por ciertas representaciones sobre lo que los espera del “otro lado”.

A pesar de las condiciones de explotación, subordinación, violencia y deshumanización que vivieron los millones de hombres y mujeres esclavizados en el sur estadounidense durante varias décadas del siglo XIX, muchos de ellos escucharon, interpretaron y resignificaron los contextos políticos para apropiar e interpretar los “mitos de armonía racial” que representaban a México como un lugar sin racismo y sin esclavitud, es decir, una verdadera promesa de libertad que contrastaba con la realidad sureña. Motivados por estas representaciones sobre el vecino del sur, miles de afroamericanos cruzaron la frontera para llegar a México a pesar de las difíciles condiciones geográficas, de la persecución de los esclavistas y sus redes y de la posibilidad de ser capturados en territorio mexicano.

La supuesta ausencia de prejuicios raciales en México sería compartida por afroamericanos de diversas ciudades del norte de Estados Unidos, no solo en el siglo XIX, sino también en el siglo XX. Incluso después de los años 40 se continuó asociando a México como un territorio donde era posible descansar de la persecución policial, de la segregación y de las leyes Jim Crow, que fueron levantadas hasta los años 60 (Robles 2016, 28).

Aun así, es importante cuestionar estas representaciones de México como tierra de libertad. A partir de un estudio sobre la población afrodescendiente en México en el siglo XIX, es posible observar como las diversas experiencias de los hombres y mujeres de origen africano demostraron la existencia de prejuicios raciales, exclusión, explotación y esclavización. Igualmente, las experiencias de estos hombres y mujeres que se fugaron de los lugares en los que fueron esclavizados y migraron hacia México fueron distintas. Algunos son narrados en diversas fuentes como personas exitosas que alcanzaron capital económico, reconocimiento y movilidad social, mientras que otros fueron explotados como peones en suelo mexicano y otros cuantos decidieron regresar al sur estadounidense, a pesar de la represión que les esperaba (Díaz Casas 2015; Díaz Casas 2018b).

Por su parte, el Estado mexicano, junto con los peones mexicanos que trabajaban en Texas y los ciudadanos y funcionarios de poblaciones fronterizas, en ocasiones respaldaron los “mitos de armonía racial” que circularon entre los afroamericanos del sur estadounidense trabajando en comunidad junto con sus vecinos, organizando acciones armadas para repelar las incursiones de los esclavistas y cazadores de recompensas a territorio mexicano y negándose a las presiones diplomáticas estadounidenses para que México devolviera a los esclavizados que habían cruzado la frontera (Díaz Casas 2018b).

Finalmente, el estudio de las migraciones de personas africanas y afrodescendientes debe involucrar una perspectiva histórica que permita comprender y explicar la diversidad y complejidad de actores, relaciones, trayectorias y procesos que hacen parte de la realidad social. En este sentido, es pertinente dar una mirada al pasado y analizar cómo las personas afrodescendientes fueron agentes históricos que dieron forma a las concepciones sobre las fronteras y emprendieron procesos migratorios en busca de mejores condiciones de vida.

Referencias

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Díaz Casas, María Camila. 2015. “¿De esclavos a ciudadanos? Matices sobre la “integración” y “asimilación” de la población de origen africano en la sociedad nacional mexicana, 1810-1850”. En Negros y Morenos en Iberoamérica. Adaptación y conflicto, compilado por Juan Manuel de la Serna, 273-304. México, Universidad Nacional Autónoma de México.

Díaz Casas, María Camila. 2018b. “<In Mexico you could be free, they didn´t care what color you was>: Afrodescendientes, esclavitud y libertad en la frontera entre México y Estados Unidos, 1821-1865”. Tesis de doctorado. Escuela Nacional de Antropología e Historia.

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Sumaria formada a los negros esclavos fugados de los Estados Unidos Juan Pedro, Martín, Ricardo Moran y la esclava Tivi, conducidos con los demás extranjeros en cuerda de la provincia de Texas. 24 de abril de 1820. Archivo General de la Nación, Ciudad de México.

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